sábado, 5 de diciembre de 2015

Evangelio del Domingo: "Una voz grita en el desierto"

Conviértenos a Ti, que tu llegada nos cambie el corazón para colaborar en que florezca la justicia, para tratarnos como hermanos, para estar atentos a lo que necesita el otro, para vivir centrados en los demás, para escuchar al que sufre.
Conviértenos a Ti, Señor, enseñándonos a construir la paz, a tratarnos con ternura, a utilizar expresiones cálidas, a minimizar las diferencias, a buscar las cosas que nos unen, a construir tu Reino de igualdad y fraternidad permanente.
Conviértenos a Ti, Señor.
Haznos dóciles a tu voz, para que vayamos convirtiéndonos y creyendo un poquito más en las palabras de vida de Jesús, permítenos descubrir todo lo grande que has sido con nosotros, y que en ese gozo encontremos la verdadera alegría, que nada ni nadie nos podrá quitar, aunque la vayamos viviendo entre lágrimas y tristezas.
Haznos dóciles a tu voz expresada en el Evangelio, para que leyéndolo en nuestros ratos de oración vaya purificándonos, configurándonos un poco más en la personas de tu Hijo único amado, el predilecto, para que en ese proceso de encuentro personal contigo tus senderos sean llanos a nuestro ojos, lo aparentemente logrado sea también cuestionado por si tu voluntad nos habla de un valle que debe ser percibido como más complejo y elevado o lo que parece lejos podamos, al calor de tu palabra, reconsiderarlo como colina de menor dificultad y altura, para que no veamos las cosas bajo nuestros juicios sino los tuyos.
Haznos dóciles a tu voz, Señor.
Acompáñanos en nuestros procesos personales para que seamos capaces de poner en tus manos todo aquello que nuestras manos han torcido, alejándolo de ti, capaces de confiar en que sólo tú puede allanar todo lo torcido que habita en nosotros, confundiéndose con lo que somos,…
Habítanos para que todos vean la salvación que eres, sálvanos de nosotros mismos y nuestras búsquedas egocéntricas, sálvanos de tantas veces como creyendo que hacemos el bien colaboramos con la extensión del mal, sálvanos de nuestro fariseísmo, sálvanos con nuestro trigo y nuestra cizaña para que seamos fecundos según tus parámetros y ritmos.
Concédenos Señor, el deseo de preparar tus caminos, de contribuir cada día a que tu proyecto sobre el mundo se haga realidad. Ayúdanos en nuestro ser constructores de tu Reino, no del nuestro, sino del que soñó Jesús: sin miedos, sin héroes, sin maestros,… donde reine la buena noticia de tu amor desmesurado sobre todos los hombres…
Que nuestras muchas horas de contemplar la vida y palabras de tu hijo Jesús nos vayan abriendo la mente y el corazón para poder descubrir en qué caminos transita ya tu Espíritu, qué huellas nos hablan de ti. Danos el don de la sabiduría para discernir cómo y cuándo plantear tu proyecto, para seguir hacia donde nos conduce tu senda habitada. Concédenos, como a Juan el Bautista, el don de la valentía para expresar, para explicar, para parar las aguas de las críticas malintencionadas, para tener la palabra adecuada, para callar sino es momento oportuno, si más que diálogo generamos confrontación, cuando el otro no nos va a escuchar sino a pretender tener la razón e imponerse, ayúdanos a detectar cuando merece más la pena callar que dar al otro la oportunidad para envalentonarse y envenenar.
“Y lo que pido en mi oración es que vuestro amor siga creciendo cada vez más en conocimiento perfecto y todo discernimiento, llenos de los frutos de justicia que vienen por Jesucristo, para la gloria y alabanza de Dios.”
ELENA GASCÓN
Extraído de DABAR Año XLII – Número 2 – Ciclo C – 6 de Diciembre de 2015