Se ofrece a continuación la entrevista realizada a D. Antonio Rodríguez Babío, nuevo párroco de Mairena del Alcor.
Háblenos en primer lugar cómo son sus primeras experiencias en la fe.
Nazco en 1973 en Sevilla en el seno de una familia religiosa y ya desde pequeño voy dando en ellas mis primeros pasos en la vivencia de la fe; por ello, estoy seguro que si hoy soy sacerdote es en parte por todo lo que he recibido de mi familia.
Pasados los años estudio Arquitectura en la Universidad de Sevilla. En los últimos cursos universitarios es cuando siento con especial fuerza la llamada del Señor y una vez finalizada la carrera, ingreso en el Seminario en el año 2002.
Me ordené de diácono en el 2007, siendo destinado a la Parroquia de Santa María de la Estrella, en Coria del Río; una experiencia que ha sido un regalo de Dios, al tratarse de un año intenso y hermoso en el que aprendí mucho.
El 14 de septiembre de 2008 me ordené como sacerdote en la Catedral de Sevilla y fui nombrado párroco de la Parroquia de la Santa Cruz en Lora del Río. Estos dos años en Lora han sido también muy importantes porque han significado un nuevo encuentro con Dios y con los hermanos.
¿Vivió también durante su infancia y juventud un ambiente parroquial?
Sí, especialmente durante mi juventud. Soy hermano de la Esperanza de Triana y por eso mismo he estado muy vinculado a la Parroquia de Santa Ana, que es también donde nace mi vocación que podría decir que es cien por cien una vocación parroquial.
En esta Parroquia he colaborado activamente en distintas tareas como catequista, formando parte de los consejos económicos y pastorales, …. Coincidiendo con la llegada de un nuevo párroco y un nuevo diácono, ambos muy jóvenes y que supusieron un fuerte impulso para la Parroquia, yo también noté que el Señor iba entrando cada vez más en mi vida y que me estaba llamando para algo más grande que los planes que yo mismo me hacía.
Sus primeros años como sacerdote y como párroco de Lora del Río, ¿cómo los podría resumir?
Ahora que puedo mirar hacia atrás con cierta perspectiva, puedo decir que me he ido haciendo sacerdote en Lora. No sólo porque me ha permitido ir mejorando en la celebraciones y en los sacramentos o en dar mis primeros pasos en la organización de una parroquia, sino también porque me ha acercado a las personas, atendiendo sus problemas personales, resolviendo inquietudes, compartiendo alegrías, tristezas y esperanzas, porque las personas tienen una necesidad y un deseo especial de compartir su vida con el sacerdote.
Y esto es muy hermoso, porque este día a día con las personas nos permite completar la “teoría”, por así decirlo, que hemos aprendido sobre la vida sacerdotal
¿Qué conocía de Mairena y de su parroquia?
Yo ya había hecho hace unos años una visita a Mairena cuando D. Javier Criado, compañero de curso en el Seminario, estuvo destinado como diácono y esto me permitió conocer algo de vuestra localidad aunque fuese brevemente.
Aunque es cierto que Mairena es conocida y tiene una fama definida en toda la Diocésis como un pueblo muy religioso, muy participativo y con una comunidad parroquial muy rica en carismas, grupos y pastorales. Esta realidad es muy importante para mi, porque ya no sólo se trata de lo que yo puedo aportar a la Parroquia, sino sobre todo de lo que Mairena y su Parroquia me van a aportar a mi como sacerdote y como párroco que sé que va a ser muchísimo más.
Y ese conocimiento previo que tenía de Mairena se ha ido confirmando durante estos primeros días.
Efectivamente estoy comprobando como esta Parroquia es una comunidad muy viva y muy rica, con una gran formación religiosa y espiritual y en este sentido hay algunos detalles que me han llamado positivamente la atención y que demuestran la singularidad de Mairena. Por una lado, la alta participación de personas en la Eucaristía diaria, algo que no es muy frecuente en otras comunidades; y, por otro lado, la adoración eucarística permanente en la Capilla del Cristo de la Cárcel, algo bellísimo porque nos muestra que el Señor nos está esperando a cada uno de nosotros a cualquier hora y que la Iglesia siempre tiene sus puertas abiertas. Esto es una suerte, una gracia de Dios para todo el pueblo, poder acercarte en cualquier momento a estar con el Señor y acompañarlo. Es, sin duda, un pulmón espiritual para toda Mairena.
Recibe como herencia los cincuenta y un años de D. Enrique y los dos años de D. Ramón, también intensos y fructíferos.
Es cierto que recojo un legado que en cierta manera me abruma y me admira. Por un lado por el ministerio sacerdotal de D. Enrique, tan rico y de tanta entrega a Mairena. Sólo con mucha humildad puedo mirar la labor realizada por D. Enrique, que entre otras muchas cosas ha sido un ejemplo para todos de cómo vivir el sacerdocio con una entrega total a su pueblo.
Y al mismo tiempo me consta que los dos años de D. Ramón, a pesar de que han sido cortos, han sido vividos con gran intensidad y han significado una importante labor pastoral.
Y tiene además la dicha de encontrarse en Mairena con D. Carlos, al que ya conoce de sus años de Seminario.
D. Carlos es de un curso anterior al mío y siempre hemos tenido una especial amistad por lo que para mi es una nueva gracia del Señor que la persona que me tiene que ir mostrando poco a poco la Parroquia sea un sacerdote con el que me une una estrecha relación desde hace años. Por eso quiero agradecer toda la ayuda que día a día me está prestando.
¿Qué nos va a pedir a los maireneros?
Que sigamos caminando en el servicio al Señor y a nuestros hermanos. Y que este camino personal y comunitario lo hagamos todos muy unidos: sacerdotes, grupos, hermandades, pastorales, …, en definitiva todos los cristianos de Mairena unidos en el Señor. Esta unión será reflejo de nuestra vivencia de fe.
¿Qué líneas pastorales tiene pensado impulsar de manera especial?
Mi primer objetivo ahora es conocer bien la Parroquia para ver dónde debemos poner más énfasis, aunque este año tenemos la dicha que el Arzobispo ya ha marcado cuál deben ser las líneas pastorales prioritarias de todas las parroquias: la vivencia plena de la Eucaristía, la formación del laicado, la atención a las necesidades personales y familiares derivadas de la crisis económica y la potenciación de la Pastoral Juvenil
En este sentido, sí quiero señalar que debemos entre todos centrar gran parte de nuestro empeño en los jóvenes, y no lo digo cómo un deseo particular, sino que entiendo que es una importante necesidad en la Iglesia. En el horizonte más cercano está la Jornada Mundial de la Juventud que se celebrará en Madrid el mes de agosto del año que viene, pero debemos mirar más a largo plazo en este trabajo con la juventud, con paciencia y con creatividad.
Quiere por último enviar un mensaje a todos los mairerenos
Pues mi principal deseo ahora es agradecer de todo corazón el recibimiento que me están dispensando estos días todas las personas, demostrando una actitud de servicio y de disponibilidad muy importante.
A todos, de verdad, muchas gracias.