Me explico: los qué pueden ser los acontecimientos que suceden, nuestras virtudes y nuestras limitaciones (de las personas y también de circunstancias y situaciones), los qué también son las
personas con las que nos cruzamos y encontramos en el camino de nuestra vida, los qué es todo cuanto acontece, a veces ocurre fuera de nosotros, a veces dentro, a veces participamos de ello, a veces llega a nuestra vida, a veces lo elegimos, a veces no. Los cómo siempre se pueden elegir. Los cómo son fruto de nuestro aprendizaje vital, de nuestras decisiones, de nuestra conciencia despierta o no. De nuestro trabajo de “mejora” personal hacia esa plenitud. Hacia ese sentido.
Sabernos en proceso continuo de aprendizaje sobre los cómo que conducen a ello es liberador. El encuentro con seres humanos sabios y bienaventurados nos facilita ese aprendizaje. Comprender que en el bien de los demás nos jugamos el propio, que nuestra responsabilidad más importante es ir eligiendo vivir esa dimensión amorosa, es iluminador. Creo que la santidad se puede expresar en esos términos de liberación, de iluminación, de plenitud en el amor. De elección. De aprendizaje.
“Debemos ser el cambio que queremos en el mundo”, lo decía un sabio, quizás un santo, Mahatma Gandhi, y no hay tarea grande que no se pueda abordar en tareas pequeñas por las que empezar. Somos hijos de Dios, llamados a la santidad, a vivir desde la experiencia del amor y la compasión. Bienaventurados. Felicidades a todos los santos y santas de Dios. Hoy es su día.
Extraído de DABAR Año XLI – Número 57 – Ciclo B – 1 de Noviembre de 2015
ANA IZQUIERDO
Editorial Verbo divino https://www.youtube.com/watch?v=GsG1Roc4q8E