sábado, 29 de marzo de 2014

Evangelio del domingo: Luz que alumbra nueva vida

Las expresiones ‘alumbrar’ o ‘dar a luz’ designan el hecho de nacer. Tras el parto se activan nuestros sentidos y aprendemos espontáneamente a respirar. Al pasar de la oscuridad del seno materno a un nuevo mundo se abren nuestros ojos para descubrir la luz. Es un proceso lento en el que los recién nacidos van viendo progresivamente, de intuir luces a distinguir colores, de lo cercano a lo lejano. Este mismo proceso se da con la fe, lentamente si nos dejamos guiar por el Espíritu descubrimos las semillas de Dios en el mundo. Si dejamos que Dios ilumine con su amor nuestras entrañas pasamos de
ver la Luz(creer) a ser luz(testimoniar). Si vivimos en la luz que nace de la infinita ternura de un Dios que nos ama sin límites, alumbramos a Dios en nuestras vidas para que otros puedan descubrir su luz, que lejos de ser cegadora es como un amanecer, que dejando atrás la oscuridad de la noche vuelve nuevas todas las cosas, como una puesta de sol que cambia el paisaje engalanando lo que existe con sus tonos anaranjados y malva. Así nos transforma la luz de Dios, partiendo del paisaje que somos, nos vuelve hermosos, porque así nos percibe él como dignos de su amor. Es ese sentirnos amados, lo que nos permite vernos con nueva luz y ser lo que somos sin temor a no ser queridos.
Es la experiencia de Dios, la única que conozco, capaz de cambiar esos miedos, al mirarnos restaura nuestra dignidad herida diciéndonos: Te conozco, sé bien de tus pecados y tus bajezas, siento tu egoísmo y tus perezas, he visto tus envidias y sé cuantas veces miras hacia otro lado para no ver al hermano y su situación social, he sentido frío al tocar tu corazón de piedra, he oído el ritmo desacompasado de tus miedos, conozco la dimensión de tu ego que no me da cabida en ti, te conozco y te amo con todo ello. Eres hijo mío digno de mi amor, porque yo sólo sé amar. No temas, pero te aviso mi luz no deja igual las cosas, no puedes dejarte encontrar y seguir igual. Mi luz cambiará tu vivir, no es una condición es una consecuencia, si te acercas a mí recibirás la luz que te salva de sentirte no amado, de tus miedos e inseguridades, de tu no saber hacia donde guiar tu vida, puedo sanar todas tus heridas, saciar tus búsquedas, pero no puedo hacer que tu vida siga igual, si entras en mi luz todo cambia, tú también. Tendrás que abandonar tus tinieblas y seguridades, dejar atrás la conciencia de que tu reducida familia son los tuyos para descubrir, con todas sus consecuencias, que todas las personas son tus hermanos. Podrás sentir la inmensa alegría de saberte acompañado, esta es mi promesa: te seré fiel siempre, te acompañaré en todas las experiencias de tu vida, porque te amo. Pero no puedes quedarte en sitio oscuro, en el que estás, tus pasos tienen que ir hacia otro lugar, no hacia ti, sino hacia la fraternidad, sal de las tinieblas y camina hacia la solidaridad, hacia la generosidad hasta el desprendimiento de lo necesario, hacia ponerte al servicio de otros, tendrás que entrar en una lógica nueva: la de bajar y perder, sino no iluminarás.
Aprovechemos este tiempo de cuaresma para que esto no se quede en bonitas palabras, el amor hay que concretarlo, para ello podemos identificar a qué cosas debo renunciar para ser luz, para alumbrar la Luz de Dios en mi vida, tal y como nos propone el Santo Padre Francisco en su mensaje para esta cuaresma (aprovecho estas líneas para recomendar que los leáis entero pues no tiene desperdicio, http://www.vatican.va/holy_father/francesco/messages/lent/documents/papa-francesco_20131226_messaggio-quaresima2014_sp.html) “La Cuaresma es un tiempo adecuado para despojarse; y nos hará bien preguntarnos de qué podemos privarnos a fin de ayudar y enriquecer a otros con nuestra pobreza. No olvidemos que la verdadera pobreza duele: no sería válido un despojo sin esta dimensión penitencial. Desconfío de la limosna que no cuesta y no duele.”
Es cuando entramos en esa dinámica de asumir el desprendernos, de cosas que nos cuesta, cuando se demuestra que nos hemos encontrado con la luz, que hemos aceptado la propuesta de Jesús que tras poner barro en nuestros ojos, nos propone ir a lavárnoslos: decidir si libremente queremos ver la vida con la misericordia con la que Él la vio, si no oponemos resistencia a que guíe nuestros pasos por el camino de la paz, lejos de los que viven en tinieblas y sombras de muerte como nos recuerda el evangelio de hoy de San Pablo a los Efesios: “En otro tiempo erais tinieblas, ahora sois luz en el Señor. Caminad como hijos de la luz -toda bondad, justicia y verdad son fruto de luz-, buscando lo que agrada al .Señor, sin tomar parte en las obras estériles de las tinieblas, sino más bien denunciadlas. Pues hasta da vergüenza mencionar las cosas que ellos hacen a escondidas. Pero la luz, denunciándolas, las pone al descubierto, y todo descubierto es luz. Pero eso dice: "Despierta, tú que duermes, levántate de entre los muertos, y Cristo será tu luz."

Extraído de DABAR Año XL – Número 22 – Ciclo A – 30 de Marzo de 2014 
ELENA GASCÓN