¡Treinta años más o menos debía tener! Y, aún cuando una madre no quiere que sus hijos se le vayan, no sabemos si María quería que su hijo Jesús dijera de una vez qué iba a hacer con su vida. Tampoco, me imagino que le diera muchos problemas, y si estaba ya viuda de José menos ganas que se fuera de casa.
Me gusta pensar como debió ser la vida íntima entre la madre y el hijo.
Pero lo que sabemos es lo que nos cuenta el evangelista San Juan. Y es que Jesús comenzó su tarea acudiendo a una boda en la que le dieron el primer trabajito. O sea, nuestro Dios en una boda, y por eso no sé de donde hemos sacado los cristianos que estar alegres, acompañar en la diversión y pasarlo bien en la vida es un casi pecado. ¡Majaretas que somos y aguafiestas!
Jesús, al empezar, para otros debería haber ido al templo de Jerusalén. Pues se fue al equivalente de nuestro "Cine", antiguo "Palacio Cinema", o similar para comenzar.
Jesús comienza en un ámbito nada religioso y salvando una boda que podía haber terminado en un enorme disgusto para los recién casados.
Las bodas en Israel, el banquete, duraba varios días en los que la familia recibía a los invitados. Sería una familia humilde y, probablemente, se vieron desbordados de invitados.
Y aquí destaco la reacción, que no es una sorpresa, de la madre de Jesús que ha visto el percal. ¿Cómo va a faltar el vino en una fiesta de bodad? Y María confía en su niño del alma y le pasa la pelota. "A ver hijo mío, saca a Simeón y Rebeca -nombres que me acabo de inventar pero que pudieran ser pues son nombres judíos- de esta papeleta" María dice: "No le queda vino" Habla de forma personal. No dice. "No queda vino", de forma impersonal. A María le interesa aquellos novios concretos.Y el niño, que tiene treinta años se hace el remolón. Y le dice: "Déjame que aún no ha llegado mi hora" Pero la madre no lo suelta, con treinta años que lleva cuidándolo, me vas a decir esto. Y María, y son sus últimas palabras en todo el Evangelio dice, y nos dice a nosotros: "Haced lo que Él os diga" Vamos, lo que os diga mi Jesús del alma. Y el resto ya lo sabemos.
¿Y qué nos dice Jesús? Que tenemos que hacer más humana y llevadera la vida de la gente, más digna y dichosa, más alegre.
Jesús nos dice que hay que participar en el amor de las personas ya que el amor es la única fuerza capaz de hacer milagros en la vida.
Hay parejas a las que nos le queda vino ya por las injusticias y la insolidaridad. No les queda vino para llegar a fin de mes. Carecen de un empleo digno y estable, no pueden acceder a una vivienda o les desahucian de la suya.
Sin la disponibilidad de María, de los sirvientes, el agua no se habría convertido en vino. Los milagros son también tarea y responsabilidad nuestra.
¿Qué signos hago yo? ¿Qué signos puedo hacer? Vamos a llevar a Jesús lo que tenemos, aunque sea agua y sea poca. Ya Él se encargará de lo demas.
Yo creo en Dios porque es el Dios de Caná de Galilea, de unos novios que se quedaron sin vino. Dios feliz que desea la felicidad de su hijos e hijas.
Un saludo amigo.