No es fácil preparar el camino al Señor ni allanar sus senderos.
Lo primero y principal es que Juan grita en el desierto.
¿Quién quiere ir al desierto?
Juan no predica en las sinagogas ni en el Templo, ni siquiera en las calles de la ciudad. Entonces... ¿a quién llama?, ¿quiénes son los que van al desierto?
El desierto es soledad, silencio y búsqueda; es reflexión, aridez y lugar privilegiado de encuentro con Dios.
Juan llama a la conversión, al cambio, a preparar los caminos a la novedad que está por llegar. Pero llama a aquellos inquietos que buscan, a los que sufren la aridez de sus vidas, a los que escuchan a Dios en el silencio de su interior, a los que están dispuestos a dejar atrás otra vida, a los que no tienen miedo al cambio, a los que salen a su encuentro.
¿Y nosotros?, ¿desde dónde preparamos el camino al Señor? ¿Somos locos soñadores que salen al encuentro del cambio y la novedad dispuestos a dejarnos transformar o, por el contrario, solo pretendemos que se transforme todo menos nosotros mismos?
Este Adviento está siendo duro o muy duro para muchas personas que ven como su situación laboral, familiar y personal les lleva irremediablemente al desierto de sus vidas.
Quizás ellas tengan la suerte de oír la llamada a la esperanza, porque solo les queda eso; quizás ellas puedan vivir la Navidad como la oportunidad de acoger en su corazón el misterio del Amor.
Algunos de nosotros puede que entre el bullicio de la ciudad, las luces de colores y las compras, solo tengamos tiempo de lamentarnos porque este año no puede haber TANTOS regalos de Reyes, o porque habrá que cambiar el menú de Nochebuena.
Una voz clama en el desierto.
De todos depende que el camino al Señor sea llano y recto y que nuestra Navidad sea motor de cambio y motivo de esperanza para aquellos por los que Dios mandó a su Hijo al mundo: los que lloran, los que sufren, los que están solos, los que están enfermos, los que están presos, los que están en la calle,...
Por ellos y para ellos grita la voz.
Por ellos y para ellos viene la salvación al mundo.
Hagamos todos posible que su encuentro con el Cristo que nace se lleve a cabo por senderos llanos.
CONCHA MORATA
Extraído de DABAR Año XXXIX – Número 3 – Ciclo C – 09 de Diciembre de 2012
Vídeo de www.quierover.org