viernes, 26 de octubre de 2012

EVANGELIO DEL DOMINGO: Creer y esperar


En estos tiempos de crisis, incredulidad…. la fe nos acerca más a Dios, tenemos esa esperanza que nos falta cuando todo lo que tenemos a nuestro alrededor, parece que se desvanece.
El Evangelio nombra a Bartimeo, por un momento me voy a centrar en él. Un ciego que no ve colores, ni formas, ni rostros, sumido en la oscuridad más absoluta, pero que supo aprovechar la oportunidad de su vida, esa oportunidad que el Señor pone a nuestro alcance y que se presenta ante nosotros tendentes a nuestra conversión.
Y llega ese día, y de pronto, alza su voz y grita, con fervor, pidiendo misericordia, grita sin reparos, como en esos momentos críticos en los que cualquiera de nosotros, sentimos la necesidad de gritar, es ese grito producido por la frustración o la incapacidad, ese grito que yo le llamo “grito de esperanza”, porque espera salir de la desdicha, de la tristeza y de la adversidad.
Y entonces, llega su momento, su oportunidad, esa oportunidad que llega y saltas como un resorte, saltas a la oscuridad, sin red, sin protección, sin seguridad, es como un salto al vacío, sin miedo y sin temor, pero con una confianza de que ese gran desconocido se llama Jesús, con una fe firme, plena y completa.
El Salmo 125 recoge muy bien, la que pudiera ser la expresión agradecida de Bartimeo “El Señor ha estado grande con nosotros y estamos alegres”, recoge la experiencia del paso de la desgracia a la dicha, de la ceguera a la visión.
Bartimeo es un ejemplo, cualquiera de nosotros podemos ser él, postrados en ese camino, pidiendo limosna a un mundo que apenas nos da unas monedas de falsa felicidad, paz, humildad; y quieren que hablemos bajito, que no gritemos, que no molestemos, nunca pretendemos molestar a nadie, pero tenemos que gritar frente a los que nos hacen callar, con ese grito que sale de nuestro interior más profundo, de nuestras entrañas, de nuestro corazón y proclamar compasión.
Compasión… que don tan maravilloso, tan escaso, alguien me dijo que la compasión es el amor puesto en acción, amar a tu prójimo como a ti mismo, es la regla más alta para alcanzar este don, Jesús siente el dolor de Bartimeo desde lo más profundo y lo hace suyo, siente su dolor y le da la mejor limosna, encontrarse con Él, en el ruido de la multitud.
Y como a los hijos de Zebedeo, o como hizo con Bartimeo, Jesús nos pregunta a cada uno de nosotros ¿qué quieres que haga por ti? Y por fin llega nuestro momento, el de hablar con Dios, de corazón a corazón, Él sabe cuáles son nuestras necesidades y cuáles son nuestras carencias, hemos escuchado la Palabra de Dios, pero ahora Él quiere escuchar nuestras palabras, con sinceridad, con humildad y sencillez. Quiere que me reconozca tal y como soy, que me dé cuenta de toda su extensión, de cuál es mi auténtica realidad.
Creer y esperar, la Biblia nos lo dice: “Tened paciencia”, esperar con paciencia es esperar con esperanza y ser positivos.
Dios sólo nos pide: amar, creer y esperar. Tres verbos que formaran parte de nuestra vida, nuestra vida entera, hasta el día en que caiga el telón de nuestra función.
Me fascina considerar, cómo a cada instante de nuestra vida, nos debatimos entre dudas, decisiones; amores, odios, decisiones; paciencias, impaciencias y decisiones; pero llegados a la conclusión, siempre será mejor decidir desde la confianza, optar desde el amor y elegir con paciencia.

SUSI CRUZ
Extraido de DABAR
Año XXXVIII – Número 55 – Ciclo B – 28 de Octubre de 2012