El Niño acostado en la pobreza de un pesebre: ésta es la señal de Dios. Pasan los siglos y los milenios, pero queda la señal, y vale también para nosotros, hombres y mujeres del tercer milenio. Es señal de esperanza para toda la familia humana: señal de paz para cuantos sufren a causa de todo tipo de conflictos; señal de liberación para los pobres y los oprimidos; señal de misericordia para quien se encuentra en el círculo vicioso del pecado; señal de amor y de consuelo para quien se siente solo y abandonado.
Señal pequeña y frágil, humilde y silenciosa, pero rica de la fuerza de Dios, que se hizo hombre por amor.
(Beato Juan Pablo II, Homilía de Navidad, 2002)
Que esta Navidad, el Niño que va a nacer nos haga entender que nuestro compromiso y nuestro trabajo son imprescindibles para que este mundo en crisis se llene de esperanza y de alegría.
Vuestros Sacerdotes y Diácono os desean:
FELIZ NAVIDAD
Antonio Rodríguez, Carlos J. Durán y Alejandro Gordón