El próximo día 22 se celebrarán en nuestra Comunidad Autónoma, como en todo el territorio nacional, elecciones municipales para elegir a los responsables de la gestión municipal en los próximos cuatro años. Con este motivo, los Obispos de las Diócesis de Andalucía, cumpliendo con nuestra misión pastoral, queremos orientar las conciencias de los católicos y de todos aquellos hombres y mujeres de buena voluntad que quieran escucharnos, ofreciendo las siguientes consideraciones que ayuden al desarrollo de la vida democrática y al progreso humano, social y cultural de nuestra sociedad:
1. Los católicos, llamados a participar en la vida pública, lo hacen también a través del voto, cuando son convocados a elegir a sus representantes en las instituciones democráticas. El voto democrático otorga la posibilidad de manifestar la voz y los deseos de los ciudadanos, al mismo tiempo que concede la posibilidad de controlar a los propios gobernantes y de sustituirlos de modo pacífico, donde se crea oportuno (cf. Juan Pablo II, Carta encíclica «Centesimus annus», 46). Por tanto, votar en las elecciones no es sólo un derecho civil constitucionalmente reconocido, sino también una obligación moral para con el bien común de la sociedad mediante el buen gobierno, que exige un discernimiento de las propuestas para optar por aquellas que en conciencia se conforman mejor con la verdad y el bien del ser humano.
2. Los ayuntamientos tienen la función de la gestión de las poblaciones que rigen y han de prestar, por ello, un servicio cercano y eficaz a los ciudadanos, buscando el bien común, sin olvidar que la corporación municipal ha de actuar en representación de todos los ciudadanos, a fin de promover el bienestar y la integración de todos, sin exclusiones injustas, para el logro de la paz social.
3. La Iglesia estima digna de alabanza y de consideración la labor de aquellos que se proponen servir a los ciudadanos mediante la gestión de los asuntos públicos, asumiendo el peso de su responsabilidad (Concilio Vaticano II, Constitución sobre la presencia de la Iglesia en la sociedad actual «Gaudium et spes», 75). Por esto mismo, consideramos que, a la hora de emitir el voto, es necesario tener presente la vocación de servicio, la honradez de conducta y la austeridad de los candidatos, que les capaciten lo mejor posible para hacer un uso equitativo y solidario de los recursos públicos en beneficio de todos.
4. La doctrina social de la Iglesia enseña, además, que todo hombre ha sido creado a imagen y semejanza de Dios y goza, por ello, de una dignidad única e insustituible en su condición personal y social. Por eso, al elegir a los representantes de los ciudadanos de entre los candidatos que se presentan, hay que tener en cuenta que el modelo político de sociedad que proponen garantice la dignidad y los derechos fundamentales de todas las personas. A la hora de depositar el voto, es necesario tener en cuenta su posición ante los derechos de las personas, el respeto a la vida en su desarrollo e integridad, el ejercicio personal y social de la libertad religiosa, la justicia y la transparencia de la gestión pública, la lucha contra la corrupción, la ayuda y promoción social de los más pobres, especialmente de los marginados y de cuantos carecen de trabajo; así como la preocupación por la conservación y salvaguarda de la creación.
Por todo ello, al acudir a votar a sus representantes, los ciudadanos han de hacerlo como quienes ejercen un derecho y cumplen con un deber social de carácter moral, que ha de contribuir a la promoción de una vida digna para todos.
Rogamos al Señor y al Santísima Virgen que las próximas elecciones municipales contribuyan al crecimiento de nuestra sociedad en verdad, libertad, justicia y paz.