"Dad el fruto que exige la conversión. Dejaros llevar por el nuevo sentido de vuestra vida, reflejad hacia fuera el cambio de dentro. Empezad a mirar con los ojos del corazón, considerad a cada otro como el Otro. Buscad lo mejor de cada uno, esperad activamente, amad sin medida, trabajad sin descanso. Allanad a otros sus dificultades, enderezad, a poco que podáis, los senderos del vecino. Practicad la bondad. Hablad bien de todos. Arrepentíos de los momentos de debilidad, y no dejéis escapar aquellos en que os sentís fuertes sin sacarles todo el trabajo posible.
Vivid sin agobios, confiando en la ayuda que viene de lo alto. Despertaros cada mañana como si hoy fuera el Día del Reino. Celebrad que esperáis unidos al mismo Dios. Proclamad su Palabra, vivid su fuerza. Preparad el camino al Señor. Aunque seáis voz que clama en el desierto, sabed que ninguna de vuestras palabras se pierde."
(Extraído de Dabar 5 diciembre 2010)