domingo, 1 de abril de 2012

Liturgia de la Semana Santa

En esta noticia queremos hacer un breve resumen sobre la liturgia correspondiente al Domingo de Ramos, Jueves Santo, Viernes Santo y Sábado Santo.

LITURGIA DEL DOMINGO DE RAMOS

La procesión de Ramos nos introduce en la Semana Santa: en estos días haremos conmemoración de la Pasión salvadora y de la resurrección gloriosa del Señor. En la institución de la Eucaristía (Jueves Santo) Cristo anticipaba sacramentalmente estos acontecimientos y nos entregaba la actualización del misterio pascual. Las palmas y los ramos de aquella entrada triunfal en Jerusalén que hoy llevaremos nosotros en procesión, son signo del triunfo definitivo de Cristo. Conservados en nuestras casas, nos recordarán permanentemente la victoria del mártir resucitado.

Hoy leemos el relato de la Pasión del Señor. Para Jesús, la Cruz fue la consecuencia de poner el amor, la justicia, la verdad por encima de su propio interés. Valientemente da testimonio de su verdad más profunda: es el Hijo de Dios. No lo niega ni se calla. "para esto he venido al mundo, para ser testigo de la verdad": "mártir de la verdad", dice el texto griego del Evangelio de San Juan (18, 37). En contraste con esta actitud de Cristo, en el relato de la Pasión aoarecen otros que, por miedo, niegan a su amigo, lo abandona y huyen (Pedro y los apóstoles); por dinero venden y traicionan (Judas); que mienten por agradar al poderoso, viven sin principios morales y se dejan manipular (la gente); que se laban las manos ante una injusticia o niegan la existencia de la verdad, imponiendo la suya (Pilatos).

Pero el relato de la Pasión es, sobre todo, el relato del amor de Cristo hasta el extremo: "Me amó y se entregó a la muerte por mí", dice San Pablo. Nos recuerda Benedicto XVI que "el camino de la cruz es el único que conduce a la victoria del amor sobre el odio, del compartir con los demás sobre el egoismo, de la paz sobre la violencia".


LITURGIA DEL JUEVES SANTO

Con la Misa "in Coena Domini" que abre el Santo Tríduo Pascual, la Iglesia quiere hacernos ver la unidad indisoluble de la Eucaristía con la Cruz. La Eucaristía es el sacramento del sacrificio redentor. La muerte de Jesús en el Calvario se hace cercana y eficaz para nosotros en la celebración de la Misa. De ahí la importancia que tiene la participación de todos en ella, aún cuando el Jueves Santo no sea día de precepto.

Resalta hoy el amor y la actitud de servicio de Cristo al entregarse al Padre por nosotros. Esto se significa hoy especialmente por el rito del lavatorio de los pies. Sigue a la Misa la procesión con el Santísimo al Monumento, y la adoración ante el mismo que prolonga en la contemplación lo que hemos celebrado en la Misa


LITURGIA DEL VIERNES SANTO

Hoy no se celebra la Eucaristía y se comulga con el pan consagrado el día anterior, resaltándose así la unidad entre la Última Cena y la muerte de Cristo en la Cruz.

La Liturgia de la Palabra nos mostrará cómo las antiguas profecías mesiánicas se cumplen en la Pasión y muerte de Jesús, que hoy escucharemos en la versión del Evangelio de San Juan. Cristo, muerto fuera de las murallas de la ciudad, es el cordero que ha cargado con el peso de nuestros pecados y que nos libera para siempre de una muerte eterna. La Iglesia brota de su corazón abierto por la lanza del soldado. Y allí está María como Madre, dándonos a luz con dolores de parto; la segunda Eva, madre de la nueva Humanidad redimida por su divino Hijo.

La Cruz con Cristo en ella es el signo de la salvación para todo el mundo. Si los signos del Jueves Santo eran la Eucaristía y el lavatorio de los pies, el signo propio de hoy es la citada imagen de Cristo crucificado, a quien en la acción litúrgica se venera de una manera especial en una síntesis modélica de liturgia y piedad popular.


LITURGIA DEL SÁBADO SANTO

En este día acompañamos a la Virgen María en su soledad y a Cristo muerto en el sepulcro. Es el único día en el año que no se celebra la Eucaristía ni se da la comunión fuera de la Misa.

Es un día para la oración en silencio, preparando la renovación de las promesas bautismales, esperando la gloriosa resurrección del Señor que celebraremos ya por la noche en la Vigilia Pascual. A ello nos ayudará mucho el rezo de la Liturgia de las Horas, que concluiremos pidiendo al Padre que conceda a todos los fieles, sepultados con Cristo en el bautismo, resucitar también con Cristo a la vida eterna.


(Fuente: www.archisevilla.org)